¡Cuánto sufrimos, Martín! Podcast. S0903
Inmaculado. Diez de diez. Hay, para qué negarlo, algo de belleza en la armonía aritmética con la que El Mejor Club del Mundo ha despachado la primera decena de partidos del campeonato. La cuenta es sencillísima: un partido, un punto. Y, sin embargo, esta suma no funciona porque la proyección a largo plazo nos condena al descenso y, por lo tanto, obliga a aprender cuanto antes la tabla de multiplicar los panes, los peces, los puntos. Precisamente entra en la categoría de milagro que el Deportivo pueda anotar goles con regularidad, al menos a la luz de lo visto en los últimos partidos donde porteros, árbitros, muñones por pies, miopías y otros factores han enseñado el camino al vertedero a las suficientes, por no decir abundantes, llegadas al área de los delanteros blanquiazules. Recuerda esta versión del equipo a otros deportivos no tan lejanos, aquellos repletos de buenas intenciones, rebosantes de potencial, pero no que a base de poner clavos en los que no colgaban ningún cuadro, lo que acabaron fue sellando la tapa del ataúd que los recogió tras despeñarse de categoría. “Era buen chaval”, decimos recordando alguna versión de Garitano, de Natxo, de Vázquez. Así que para curarse el miedo la afición se encomienda a la fe. La fe consiste en creer en lo que no se ve. Esto no es sino una perífrasis bíblica para hablar de Charlie Patiño, al que se le reza como a la Virgen porque, sí, está libre de mancha: no ha jugado (apenas), ergo no lo hemos visto, por lo cual, sí, le tenemos fe. Abraza el deportivismo la fe protestante en un inglés y esto contrasta con el deseo de descabalgar a Imanol de la burra, al mismo que antes del verano aplaudían cuando cabalgando la misma burra como Jesús al entrar en Jerusalén se confirmaba como redentor de nuestra caída a los infiernos. Van tantas imágenes religiosas seguidas que va a parecer que este episodio de ¡Cuánto sufrimos, Martín! Podcast tiene que oler a incienso. Nada más lejos de la verdad: Benjamín y Manuel incurren en los pecados habituales, tan veniales como siempre, mientras piensan si el mandamiento que aplica al robobo de la jojoya del Eldense es el de “no robarás” o el de “no darás falso testimonio ni mentirás”. Deportivo, líbranos del mal. Amén.