Revoluciones contemporáneas que cambiaron el mundo
Las grandes revoluciones cambian el mundo. La Revolución Gloriosa de 1688 acabó con el absolutismo en Inglaterra y dio paso a la Monarquía absoluta, régimen que se convirtió en el modelo político que con el tiempo se extendería a otros países de Europa. La Revolución Francesa de 1789, con el fin del Antiguo Régimen y punto de partida del liberalismo político y económico y de los derechos humanos. En el siglo XIX, las revoluciones de 1848 transformaron el panorama político del continente allá donde estallaron. Y en esa misma centuria, la difusión de la revolución industrial iniciada antes en Inglaterra acabó con la milenaria economía neolítica basada en la agricultura. En el siglo XX la revolución bolchevique de 1917 en la Rusia imperial liquidó a la vez el régimen zarista y el sistema capitalista, y dio paso a una nueva sociedad comunista y a un modelo económico sin mercado como mecanismo de asignación y distribución de los recursos. Después de la Segunda Guerra Mundial, la Revolución china de 1949 quebró de manera radical la historia de uno de los países más antiguos del mundo e instauró en Rusia una sociedad comunista. Luego están las revoluciones anticoloniales: la primera, la americana de 1765 que dio lugar al nacimiento de los Estados Unidos; después, en la primera mitad del XIX, las acaecidas en las colonias del desaparecido imperio español y portugués, cuyo resultado fue el surgimiento de las actuales repúblicas latinoamericanas. Y, en fin, los sucesivos levantamientos y revoluciones anticoloniales que pusieron término a los imperios europeos en Asia y África.
Esta conversación online de la Fundación Areces se fija en dos revoluciones. La bolchevique de 1917 con la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (la URSS), cuyas repercusiones son difíciles de exagerar. El comunismo significó un desafió a los sistemas políticos liberales y democráticos imperantes en la mayor parte de Europa y al modelo de economía libre de mercado. Representó el ideario de una sociedad nueva, sin estamentos ni clases. Su fracaso, el del comunismo, evidente ya en 1989 con la caída del muro de Berlín, cabe calificarlo también de revolución, pues tuvo como consecuencia el derrumbe y desaparición de la URSS y el final del prometido sueño de una sociedad igualitaria sin explotadores ni explotados. En segundo lugar, el coloquio presta atención a las revoluciones anticoloniales más recientes de las cuales surgieron algunos países de Asia y la mayoría de los de África. Significó el final del imperialismo, el término del dominio de las potencias europeas sobre una inmensa parte mundo. Cambió tanto la política y la economía de las potencias coloniales, que se resistieron a abandonar sus posesiones, como la de los nuevos estados que ganaron la independencia. En una década, la de 1960, cambió la geografía del planeta, la política internacional y la economía mundial.