Sin olvidar nunca sus raíces como enclave vitivinícola, Valdepeñas es una ciudad que mira al futuro. Su idiosincrasia propia y el trabajo constante por mejorar su enclave económico la han hecho merecedora de la titularidad de "capital del vino". Y en torno a él gira el pulso cotidiano de sus gentes que se manifiesta en la forma de sentir sus propias tradiciones. Buen ejemplo de ello son las afamadas "fiestas del vino" de septiembre donde la urbe se abre para acoger a miles de visitantes.