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Especial Beethoven 250 aniversario

Podcast Especial Beethoven 250 aniversario
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Especial con Andrés Amorós que se estrena con 10 episodios dedicados al compositor, director de orquesta y pianista alemán Ludwig van Beethoven.

Episodios disponibles

5 de 10
  • El adiós a la vida Beethoven
    Último de los diez programas de Música y Letra dedicados a la figura de Beethoven por el 250 aniversario de su nacimiento. El último programa de Música y Letra dedicado a la figura de Beethoven no podía despedirse de otra manera que con las piezas que el mismo maestro alemán compuso desde una pretensión de despedida del mundo. Esto no quiere decir que Andrés Amorós haya seleccionado exclusivamente las melodías que Beethoven elaboró en sus últimos momentos, sino también las que, por su carácter fúnebre, han servido en repetidas ocasiones como último adiós en entierros ilustres. “En el fondo el propio Beethoven, en un momento determinado, también trató la idea de la muerte y la divinidad”, ha explicado el crítico. “Su vida fue un desastre en muchos sentidos”; él fue insoportable, injusto y “un gran sufridor”, pero “todo eso supo convertirlo en arte”. En el fondo, “lo que encontramos en la música de Beethoven es el soplo divino de cualquier ser humano”; un "amor que nos trasciende".  Centrado en esas características concretas, Amorós ha elaborado un último homenaje al genio de Bonn seleccionando cuatro piezas “fundamentales”, de diferentes épocas de su vida, “que simbolizan su adiós”. La primera de ellas ha sido la Marcha fúnebre de la tercera Sinfonía. “Una composición impresionante que fue tocada, entre otras ocasiones, en el funeral de Roosevelt en 1945; y que el propio Bruno Walter dirigió durante el entierro de Toscanini”. Curiosamente, no está colocada en la parte final de la sinfonía, “sino que deja paso a la alegría redentora”, en palabras de Furtwängler. La versión escuchada en el programa ha sido la de la Filarmónica de Nueva York, dirigida por Leonard Bernstein. Después ha sonado el tiempo tercero de la Sonata para piano número doce. “Una obra inmediatamente anterior a la tercera Sinfonía, pero que dicen que sirvió de preparativo para lo que luego llevaría a cabo en su Marcha fúnebre”. De hecho, fue la pieza que sonó en el entierro del propio Beethoven. Se trata de una creación con la que quiso librarse del esquema clásico añadiendo un movimiento más, y que consiguió tener bastante éxito en vida de su autor. Al acabarla, Beethoven dijo: “No hay una regla que no pueda ser infringida por la belleza”. La versión escuchada ha sido la interpretada por Giörgy Czyffra en el año 1965.  La tercera pieza seleccionada ha sido el tiempo quinto del Cuarteto de cuerda número trece. “Una de sus últimas obras, compuesta más o menos durante la época de la novena Sinfonía”. Beethoven le daba gran importancia a esta obra, “a la que consideraba su cumbre, lo entendieran o no sus contemporáneos”. De hecho, cuenta la anécdota histórica que, al ser preguntado por si la pieza debía ser realmente como la había escrito, él músico contesto brevemente: "Es must sein". “Debe ser”. Su carácter universal es tal que fue incluida dentro del disco de oro que envió al espacio la sonda Voyager en 1977. La versión escuchada ha sido la interpretada por el Cuarteto Italiano.  Por último, Amorós se ha despedido de los oyentes, “y de Beethoven, hasta la próxima vez”, con la Gran fuga, compuesta también durante la época de su novena Sinfonía, “en los últimos momentos de su vida”. Se trata de “una obra muy sombría y complicada”, que no gustó demasiado en su época. La versión escuchada ha sido la dirigida por Furtwängler en el Festival de Salzburgo de 1954. “El propio director insistió siempre mucho en que la música de Beethoven, más allá de la perfección técnica o de la belleza de sus melodías, implica una verdadera lección de humanismo”. Para recordar al maestro en el 250 aniversario de su nacimiento, que esa lección sirva como homenaje.
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    1:02:25
  • La cumbre final de Beethoven
    Noveno programa homenaje a la figura de Beethoven en el 250 aniversario de su nacimiento.  El especial de Música y Letra dedicado a la figura de Beethoven está llegando a su fin y, por eso, en el noveno y penúltimo programa, Andrés Amorós ha querido comenzar a centrarse en la etapa más tardía del compositor alemán, “aquellas piezas últimas con las que terminó de superar a su tiempo y al propio Romanticismo”, según sus palabras. “El momento en el que se abrió definitivamente a algo mucho más contemporáneo”. Un apartado no centrado en ningún género musical concreto, al que el crítico ha bautizado como su “cumbre final”. La primera de ellas ha sido la sonata Hammerklavier, “una de las obras más difíciles de toda la historia de la música para piano”. Fue compuesta para un tipo de piano especial, también llamado “piano de martillos”, y fue desde el comienzo “absolutamente revolucionaria y deslumbrante”. Según ha explicado el crítico, se trata de una pieza de una complejidad endiablada, que durante mucho tiempo fue considerada, directamente, intocable, y que, precisamente por eso, se estableció como una verdadera “piedra de toque”; “el examen que han tenido que pasar todos los grandes pianistas de la historia desde entonces”. En resumidas cuentas, lo que representa podría definirse con una afirmación muy concreta de Amorós: “Una obra muy querida por el público, pero no tanto por los pianistas, que conocen su dificultad”.  Escrita en 1818, cuando Beethoven contaba con cincuenta años y ya se había quedado completamente sordo. Al terminarla, parecer ser, “según cuentan, que el maestro dijo: ‘Ya sé componer’”. También que era consciente de que permanecería prácticamente sin representarse hasta cincuenta años después. “Fue Liszt , el gran virtuoso, el primer grande que logró triunfar con ella”. Se trata, simplemente, de la composición que “parece superar todos los límites del piano y del Romanticismo: por la hondura y por la complejidad”. Emil Guilels dijo de ella que era “un verdadero caballo de batalla”. Durante el programa se han escuchado el tiempo primero y el cuarto, ambos a cargo del pianista italiano, “cercano a la perfección”, Maurizio Pollini.  Para acabar, el crítico se ha centrado en la Misa Solemnis compuesta en 1823, “sólo cuatro años antes de que falleciera”. Se trata de una “obra monumental, de una hora y veinte de duración”, que fue estrenada en 1824. “Furtwängler, el gran director beethoveniano, en un momento dado la dejó, dijo que se consideraba incapaz de dirigirla”. Además, consideraba que se trataba de “lo mejor de Beethoven”, sin más. Por otro lado, Bruno Walter describió su composición como “el momento en el que Beethoven bajó a lo más profundo de los abismos”. En el programa, primero, se ha escuchado su tiempo segundo, el Gloria, “en una versión histórica sacada directamente de un disco de vinilo”, la de la Orquesta Sinfónica de Viena dirigida por Otto Klemperer.  Después ha sonado el tiempo quinto, el Agnus Dei, que, “más allá de la melodía, constituye un mensaje de absoluta humanidad”. Amorós ha recordado a los oyentes que Beethoven no tenía una religiosidad demasiado ortodoxa, pero que de todas formas sí que vivía la religión profundamente, influenciado por místicos y por componentes de la cultura asiática, “además de, evidentemente, el protestantismo”. En ese sentido, esta Misa Solemnis, es “el ser humano dirigiéndose a Dios”, aunque “no a la manera de Bach”, sino de una forma distinta. “Su mensaje final podría ser: ‘Dios es amor, pero el mundo es cruel; por eso, le pedimos ayuda’”. La versión que ha sonado ha sido la de Karajan dirigiendo a la Filarmónica de Berlín.
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    1:00:04
  • Año Beethoven en 'Música y Letra': Las sonatas de violín y piano
    El octavo programa de Música y Letra dedicado a Beethoven se ha centrado en algunas de sus piezas menos conocidas. En el octavo programa dedicado a la figura de Beethoven, Andrés Amorós ha querido centrar Música y Letra en sus “menos conocidas” sonatas de violín y piano. De todas ellas, “destacables muchas”, ha escogido para empezar el tiempo primero de la sonata número 3, compuesta en sus primeros años y en la que ya puede apreciarse “un comienzo rotundo acompañado de momentos líricos”. Fue una obra dedicada a Salieri, el villano de la película sobre Mozart; y en la versión escogida por el crítico es interpretada por el violinista Isaac Perlman y por el pianista Vladimir Ashkenazi. A continuación ha presentado una de las más conocidas: la Sonata Primavera. Compuesta después de la temporada que vivió en la casa de unos amigos en el campo, durante la que sintió una atracción amorosa por dos hermanas. La concluyó en 1801, cuando tenía 31 años y comenzaba a aparecerle la sordera. Para Amorós, lo más destacado de ella es “el inicio bucólico, al estilo de Schubert, en el que puede apreciarse el perfecto equilibio formal”. Además, también ha comentado que, “curiosamente, pese a su aparente sencillez, le costó mucho trabajo terminarla”. La versión escogida ha sido la interpretada por el violinista David Óistraj y por el pianista Lev Oborin.  En tercer lugar se ha escuchado la Sonata Kreutzer, “complicadísima de tocar”, en la que puede notarse un “romanticismo desatado” y que es conocida, entre otras cosas, por “haber inspirado la obra del mismo título de Tólstoi”. La versión que ha sonado ha sido la interpretada por la pianista Maria João Pires y por el violinista Augustin Dumay.  Por último, Andrés Amorós ha querido despedirse con uno de los cuartetos. “Los que entienden de verdad dicen que son la cumbre de Beethoven, sus piezas más abstractas”, ha comentado. Él, más modesto, solo se ha atrevido a corroborar que “pueden ser un poco más difíciles para el oyente”. Pese a todo, ha escogido una de las más populares, el cuarteto Razumovsky. Con él se ha despedido hasta la semana que viene.
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    1:02:03
  • Año Beethoven en 'Música y Letra': El concierto para violín y orquesta
    En el séptimo programa de Música y Letra dedicado a la figura de Beethoven, Andrés Amorós ha desgranado su Concierto para violín y orquesta. En el séptimo programa de Música y Letra dedicado a la figura de Beethoven, Andrés Amorós ha desgranado su Concierto para violín y orquesta. “Él no era tan buen violinista como pianista, pero sin duda conocía las posibilidades del instrumento y le gustaba mucho”, ha explicado el crítico. Por eso, se entiende que compusiese hasta cinco conciertos para piano y sólo uno para violín, que, pese a todo, “sigue siendo maravilloso”. Se trata de una pieza terminada en 1806 y dedicada al violinista Franz Clement, gran amigo del propio Beethoven. Fue compuesta en una etapa intermedia en la carrera del músico. Justo en el momento en el que la sordera había comenzado a evolucionar y él se encontraba sumido en un estado de depresión en el que llegó a barajar la idea de abandonar la música e, incluso, de suicidarse. Al final no hizo ninguna de las dos. Pensó que tenía la obligación moral de compartir con el mundo “toda la música que llevaba dentro”.   En el programa se han escuchado el tiempo primero y el tercero, el final. La versión escogida por Amorós ha sido la interpretada por el violinista Yehudi Menuhin junto a la Filarmónica de Viena. “Menuhin es uno de los músicos más relevantes del pasado siglo, pero sufría de miedo escénico”, ha explicado el crítico. “Sufría especialmente con este concierto” porque en él, la intervención del violín tarda en efectuarse. “Pero es gracias a ese miedo que, una vez entra en escena, su interpretación suena trémula, emocionada, como la de alguien que está poniendo el alma entera en lo que está tocando”.  Por último, Amorós se ha despedido con “una curiosidad”. En algunas piezas, los compositores introducen al final de alguno de los tiempos una 'Cadenza': “Un espacio de cierta libertad para el intérprete, que dispone de unos segundos o minutos para improvisar”. Es un “género que acerca la música clásica al jazz”. En concreto, el crítico ha rescatado las cadenzas que la violinista Patricia Kopatchinskaja realizó para el Concierto para violín y orquesta de Beethoven. “Absolutamente deslumbrante”.
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    1:02:37
  • Año Beethoven en 'Música y Letra': Las sonatas para piano
    En su sexto programa homenaje a Beethoven, Andrés Amorós ha dedicado el Música y Letra de esta semana a las sonatas para piano del compositor alemán.  En el sexto episodio homenaje a la figura de Beethoven, Andrés Amorós ha centrado Música y Letra en las sonatas para piano del maestro alemán. El instrumento, sin duda, con el que mejor se desenvolvió siempre. “Para Debussy sus sonatas son como obras orquestales”, ha explicado el crítico, “en una referencia a su complejidad y riqueza”. El programa se ha limitado a tres de ellas, “las más conocidas”: la Patética, el Claro de luna y la Appassionata. La Sonata Patética fue escrita en 1798, en la época de la Primera Sinfonía, aunque “con un tono más sombrío”, en do menor, “que la emparienta con la Quinta". Los expertos han dicho que se trata, “quizás, de su primera obra maestra”. La versión reproducida en el programa ha sido la interpretada por la “fantástica pianista portuguesa” Maria João Pires. El Claro de luna es quizás su sonata más conocida. La compuso en 1801, a los 31 años, todavía antes de la sordera, y “en un momento de felicidad vital”. Para muchos, representa “un juego de preguntas y respuestas de los sentimientos del corazón”. Se la dedicó a una condesa, alumna suya. La versión que ha sonado en esta ocasión ha sido la interpretada por Friedrich Gulda, “un pianista enemigo de los amaneramientos, tan peligrosos en una obra tan melancólica como esta”. Por último, la Appassionata fue compuesta en 1804, en una época de profundos conflictos sentimentales y en la que la sordera ya había hecho acto de presencia en la vida del compositor. Su tema es cercano al de la Quinta Sinfonía, aunque su final es distinto, “de un tono más melancólico, que casi se abandona a la desesperación”. Su nombre, además, fue motivo de controversia. Se lo puso su editor, “pero Beethoven lo criticó, porque decía que todas sus sonatas eran apasionadas”. La versión que ha sonado en el programa ha sido la interpretada por el pianista Vladimir Horowitz. 
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    1:02:07

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Acerca de Especial Beethoven 250 aniversario

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